viernes, 28 de junio de 2013

El penalti a lo Panenka es el nuevo gin-tonic


Durante años el penalti a lo Panenka fue una especie de animal mitológico, objeto de historias contadas por los más viejos del lugar que los jóvenes escuchábamos fascinados. Nos hablaban de un futbolista checo que, jugándose la final de la Eurocopa contra Alemania en la tanda de penaltis, se inventó un lanzamiento nunca antes visto. Antonin Panenka, que así se llamaba el hombre en cuestión, en lugar de lanzar el tradicional balonazo intentando poner la bola fuera del alcance del portero, acarició balón con un toque sutil para que se colara suavemente por el centro de la puerta, mientras Maier, el meta alemán, se dejaba caer hacia un lado. Ese insólito lanzamiento le dio a la selección de Checoslovaquia el único título de su historia.

En aquellos lejanos días ver un penalti lanzado de tal manera era casi imposible. Quizás fuera a Djalminha, aquel genial mediapunta del Deportivo que se las tuvo tiesas con Jabo, al primero que vi yo lanzar a lo Panenka, creo que incluso en más de una ocasión. Aquello, en cualquier caso, seguía siendo un recurso extrañísimo. Pocos se atrevían con una acción que, si bien te podía consagrar, también te podía dejar con cara de gilipollas para el resto de tus días.

Últimamente, sin embargo, parece que los jugadores le han perdido el respeto y ver penaltis lanzados imitando a Panenka se ha convertido en habitual. En la Eurocopa pasada se lo vimos a Pirlo y Sergio Ramos, que se redimió así de su penalti a las nubes contra el Bayern. En el Mundial de Sudáfrica fue Abreu el que se la jugó en la tanda de penaltis contra Ghana. Anoche Candreva inauguró la tanda de penaltis batiendo a Casillas con un toque suave y centrado. Un penalti a lo Panenka era hace años algo original, extraordinario. Ni una tanda sin su panenka, parece ser el lema hoy.

Uno contempla este panorama como cuando al principio veía servir selváticos gin-tonics en garitos de moda, en vez del tradicional Larios con Schweppes de los tugurios habituales. Tan de moda está el asunto que Casillas hizo la estatua en otros dos penaltis de la tanda contra Italia, esperando que los lanzadores se apuntaran al carro cool y la pelota impactara mansa contra su pecho inmóvil. Menos el definitivo de Bonucci, lanzado fuera, el resto de los lanzamientos fueron fabulosos, casi imparables, pero ninguno quiso repetir lo de Candreva, quizás temiendo que los acusaran de hipsters, igual que hay gente que empieza a volver al Johnnie Walker o al Brugal, renegando ya del mainstream gin-tonic.

La moda pasará y, dentro de unos años, cuando alguien se atreva de nuevo, en una decisiva tanda, a lanzar un penalti tipo Panenka, nosotros recoredarmos, whisky en mano, aquellos tiempos en que las repisas de los bares estaban repletas de carísimas marcas de ginebra que sabían a mil cosas, pero apenas a ginebra.

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