martes, 6 de noviembre de 2012

La portería caída y nosotros, que nos emborrachamos tanto


Que quede claro: la culpa de que aquella noche acabáramos como acabamos la tuvieron unos cuantos integrantes de la grada sur del Bernabéu. Nosotros estábamos preparados puntualmente delante de la tele, con nuestras preceptivas cervezas, a las 20:45, la hora de comienzo del Real Madrid-Borussia Dortmund, el partido de ida de la semifinal de la Copa de Europa de aquel 1998. Fue entonces cuando unos cuantos cafres se encaramaron a las enormes vallas que separaban la grada del césped y éstas cedieron ante el ímpetu de los improvisados equilibristas. Como quiera que la valla estaba unida a la red de la portería mediante un par de cables, con el fin de mantener la red tensa, la puerta se vino abajo como un castillo de naipes por mor del maldito efecto dominó.

Lo que sucedió después es de sobra conocido. Hora y cuarto de espera mientras se decidía qué hacer, se encontraba una portería de repuesto, se trasladaba desde la Ciudad Deportiva hasta el Bernabéu y se colocaba en su sitio. Todo muy Pepe Gotera y Otilio. Quien lo ha vivido sabe lo que da de sí una hora y cuarto de tensa espera bebiendo cerveza, con el estómago encogido por los nervios (se comentaba que se podía dar por perdido el encuentro al Madrid), así que no se nos puede achacar que cuando el árbitro señaló el pitido inicial nuestro estado no fuera ya el idóneo. Tanto es así que aún dudo si el punterazo que recuerdo de Karembeu sucedió en realidad o fue fruto del delirio alcohólico. El partido terminó 2-0 y nosotros no quiero recordar cómo.

Luego vino el partido de vuelta en Alemania, con Redondo multiplicándose y haciendo el partido de su vida en Europa, por mucho que de él se recuerde fundamentalmente el taconazo en Old Trafford, y la final de Amsterdam, contra la Juve de Zidane y Del Piero. Ese día no bebí. Ese día me encerré solo en casa a sufrir. Por muy seductora que resulte la analgesia del alcohol, uno no llega a una final de Copa de Europa por primera vez desde que tiene uso de razón para verla entre nubes etílicas. Así que el gol de Mijatovic sí que lo recuerdo bien. A Sanchís levantando la Copa, también. Creo recordar que aquella noche del 20 de mayo del 98 tampoco acabé en las mejores condiciones, pero esa es otra historia y de ella no voy a culpar a nadie.

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Foto: elmundo.es

1 comentario:

supersalvajuan dijo...

Con mi hermano, nos fuimos a cenar cuando cayó la portería, y a esperar. Eran otros tiempos. Esa noche no bebí. Y, el día de la final, me perdí buena parte en mis viajes al baño, que entre los nervios y el pastel de carne (viva Murcia!!!) casi me pierdo el gol de Mijatovic

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