miércoles, 25 de julio de 2012

La final de Los Ángeles

Mira como gana la selección,
España está aplastando a Yugoslavia
por 20 puntos arriba


El imperio contraataca – Los Nikis


 España

Antonio Díaz Miguel colocó a sus tres bases a la cancha -Solozábal, Llorente y Corbalán- para jugar el último tramo de la semifinal contra Yugoslavia. Con franca ventaja en el marcador, el seleccionador español buscaba control, anestesiar el encuentro para que muriera lenta y dulcemente. No todos los días se gana una semifinal de Juegos Olímpicos y España estaba derrotando al equipo de Mirko Novosel en una segunda parte memorable. Al fondo, en la gran final, aparecía ya Estados Unidos.

lunes, 9 de julio de 2012

Sergio Algora


En una ocasión lo tuve a tres metros de mí. Acababa de dar con su grupo, La Costa Brava, un concierto en Granada, presentando su último disco, 'Velocidad de crucero'. Estaba yo, después de presenciar el directo, en un pub (la desaparecida Válvula) con un grupo de amigos tomando unas cervezas cuando aparecieron por allí Sergio, Fran y demás. Hubo un momento en que el resto de la banda desapareció y él se quedó solo en la barra. Nunca he sido mitómano. Apenas tengo autógrafos y soy bastante reacio a conocer a los músicos que admiro. Siempre pienso que me van a decepcionar y prefiero disociar la actividad artística de el carácter de la persona en cuestión. Me consta que se pueden hacer canciones preciosas siendo un gilipollas integral. Además mi timidez congénita me impide acercarme a alguien, por muy amable y solícito que sea, y decirle que sus canciones son cojonudas. Me siento ridículo. Seguro que está harto de escuchar chorradas parecidas, pienso en esos momentos. Tampoco sabría qué más decirle, cómo continuar la conversación. En fin...

miércoles, 4 de julio de 2012

El fútbol ya sí mola

Se quejaba Nick Hornby, en un pasaje de su imprescindible novela autobiográfica Fiebre en las gradas (1992), de que la gente que sólo lo conocía en su vertiente futbolera le preguntaba casi con monosílabos qué tal iba su Arsenal, volviéndose de inmediato para hablar con otro interlocutor de la vida en general, como si ser un ferviente hincha de un club de fútbol lo inhabilitara para ser capaz de sostener una conversación sobre cualquier asunto medianamente serio. Puede que a los aficionados más jóvenes esto les parezca exagerado, ya que las cosas han cambiado en los últimos años, pero cuando yo, hace casi dos décadas, leí estas palabras de Hornby me sentí bastante identificado.

En aquellos tiempos, en los círculos más o menos intelectuales, el fútbol era visto como un entretenimiento para mentes holgazanas, una prolongación del circo romano para tener entretenida a la ignorante plebe. Si disfrutabas con el balón y te movías en determinados ambientes tenías dos vías: llevar tu afición en silencio, cual hemorroides, o soportar las miradas mezcla de incomprensión y conmiseración cuando decías que te ibas a casa porque había un apasionante partido de Copa de Europa. ¿Cómo podía alguien medianamente ilustrado, alguien que leía a Borges y Wilde, veía películas en V.O. y disfrutaba con música que no sonaba en los 40 disfrutar viendo a unos tíos dándole patadas a un balón? ¿Acaso era posible amar fútbol y literatura a la vez y no estar loco?

martes, 3 de julio de 2012

Siempre nos quedará Kiev

Todo empezó en Viena, una noche de verano de hace ya cuatro años. Aquel polvo salvaje, apasionado y apresurado nos supo a gloria después de largo tiempo de abstinencia. Necesitábamos ese alivio, esa descarga de tensión acumulada tras tantos intentos fallidos, tras tanta negativa, tras tanto maldito gatillazo. Nos pilló por sorpresa, para qué engañarnos. Habíamos tenido nuestras diferencias y no confiábamos en que nuestros flirteos fueran a tener un final feliz. Pero así fue y, lo que es mejor, no se trató de un fugaz aquí te pillo y aquí te mato, sino que fue el principio de una relación fructífera y plena, de un idilio que se alarga ya durante cuatro años.

Lo de Johannesburgo fue diferente. La urgencia ya no era tanta y aprendimos a disfrutar de otra manera. No era ya cuestión de satisfacer una necesidad acumulada, sino de recrearse en cada movimiento, de gozar lenta, pausadamente. Johannesburgo fue el mejor orgasmo de nuestra vida, el culmen del placer, la cumbre (ahora lo sabemos) irrepetible. Nunca vamos a sentir nada igual y eso, en cierto modo, nos desazona.

lunes, 2 de julio de 2012

La vida es un top 5: momentos de la final


Los cuatro goles de España y el momento en que Casillas levantó la Copa. Para elegir los cinco mejores momentos de la final no hay que devanarse los sesos demasiado. Sin embargo, en Belfast Boy queremos buscar otros cinco instantes que, por una u otra razón, nos llamaron la atención. Obviamente, se admiten sugerencias.