jueves, 26 de abril de 2012

Reivindicando a Jupp Heynckes

Jupp Heynckes (Wikipedia)
Devolvió al Real Madrid la Copa de Europa después de 32 años de sequía, dirigió a uno de los mejores Athletics de las últimas décadas y llevó al Tenerife a las semifinales de la Copa de la UEFA, con aquel inolvidable 5-3 al Lazio en el Heliodoro Rodríguez López, donde un taconazo sutil de Juanele selló la eliminatoria. Sin embargo, más que por estos logros, parece que a Jupp Heynckes se le conoce en España como el entrenador que no pudo con el vestuario de la Quinta de los Ferraris.

Anoche Heynckes volvió a reivindicarse en el mejor de los escenarios, unas semifinales de Champions en el Bernabéu, y contra el mejor de los rivales, el poderoso Real Madrid de Mourinho. El técnico alemán dio una lección táctica tanto en la ida como en la vuelta, superando a su homólogo en el banquillo blanco, el que unánimemente es considerado uno de los dos mejores entrenadores de la actualidad. Si gana la final ingresará en el selecto club de los entrenadores que han vencido en la máxima competición continental con dos equipos diferentes, club formado hasta ahora solamente por Ernst Happel, Omar Hitzfeld y José Mourinho.

A pesar de todo, uno tiene la impresión de que este es uno de esos entrenadores que no tiene el reconocimiento merecido, al menos en España. Al Real Madrid llegó en 1997, después de que una llamada de Berlusconi provocara la marcha de Capello. Heynckes, que venía de hacer jugar francamente bien a dos equipos de zona media como Athletic y Tenerife, se encontró en Madrid a una gran plantilla con demasiados egos: Mijatovic, Suker, Roberto Carlos, Hierro, Seedorf, Raúl... La temporada estuvo presidida por la irregularidad, con actuaciones brillantes junto a otras decepcionantes. En la Copa de Europa el equipo fue avanzando firmemente, dejando atrás a Bayer Leverkusen en cuartos y Borussia Dortmund, el campeón vigente, en semifinales. Ello contribuyó a que el equipo se dejara llevar en Liga, entregándose a la desidia más de lo conveniente, hasta el punto de que al llegar a la final de Copa de Europa el equipo era cuarto en la competición doméstica y la final de Champions era su clavo ardiendo. Bendito clavo, por otra parte.

Si en aquellos tiempos hubiera habido casas de apuestas on-line, no me cabe duda de que la victoria madridista en la final se hubiera pagado bastante bien. La irregularidad del Madrid contrastaba con la solidez de la Juventus de Lippi, un equipo sobrio y ferreo coronado por la calidad de Zidane y Del Piero y el instinto goleador de Inzaghi. Todo el mundo sabe lo que pasó allí, para qué extenderse: el gol de Mijatovic, el estallido de felicidad del madridismo y Sanchís levantando la Copa. Se habló entonces, y se sigue hablando ahora, de autogestión en el vestuario, y se despreció la labor de un Heynckes que salió del Madrid por la puerta de atrás después de la final.

Después entrenó al Benfica, regresó a Bilbao y volvió a Alemania para dirigir al Shalke 04, a su Borussia Monchengladbach y al Bayer Leverkusen. Hace un año fue requerido por la directiva del Bayern para sustituir a Louis Van Gaal (otro excelente entrenador con menos crédito del merecido) e intentar poner orden en un vestuario conflictivo y dividido. Ironías del destino.

Ahora, catorce años después de Amsterdam, Heynckes vuelve a la final de la Champions con otro equipo, buscando entrar en la historia. Si el Bayern gana, dudo que en Alemania hablen de autogestión. Valgan estas líneas apresuradas como reconocimiento a un entrenador nunca suficientemente bien ponderado. El que metió al Tenerife en semifinales de la UEFA y devolvió al madridismo el título que había ansiado durante 32 años. El que puede ganar la quinta Copa de Europa para el Bayern.

1 comentario:

supersalvajuan dijo...

Irregulares, cierto, pero grandísimos equipos los suyos.

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