miércoles, 29 de febrero de 2012

Casa de citas: ¿Qué fue primero: la música o la tristeza?

"Algunas de mis canciones preferidas: 'Only Love Can Break Your Heart', de Neil Young; 'Last Night I Dreamed That Somebody Loved Me', de los Smiths; 'Call Me', de Aretha Franklin; 'I Don´t Want to Talk About It', de quien sea. Y luego, 'Love Hurts', 'When Love Breaks Down' y 'How Can You Mend a Broken Heart', y también 'The Speed of Sound of Loneliness' y 'She´s Gone', y 'I Just Dont´t Know What to Do with Myself', y qué sé yo. Hay canciones de éstas que he escuchado por término medio al menos una vez por semana (trescientas veces el primer mes, y después de vez en cuando), desde que tenía dieciséis, diecinueve o veintiún años. ¿Cómo no va a dejarte eso magullado por algún sitio? ¿Cómo no te va a convertir eso en una persona fácilmente rompible en mil trocitos cuanto tu primer amor se va al garete? ¿Qué fue primero: la música o la tristeza? ¿Me dio por escuchar música porque estaba triste? ¿O es que estaba triste porque escuchaba música? ¿No te convierten todos esos discos en una persona de tendencia melancólica?

viernes, 24 de febrero de 2012

Discos para una isla desierta: So tonight that I might see (Mazzy Star)


No recuerdo bien si fue 'So tonight that I might see' (1993) o 'Among my swan' (1996) el primer disco que escuché de Mazzy Star. Eran mediados de los noventa y un amigo me dejó uno de ellos. Sí recuerdo perfectamente que me quedé absolutamente prendado por las melodías al ralentí y la voz de la cantante, así que le inquirí a mi amigo por más datos de la banda y me pasó el otro disco. Con el tiempo me hice también con 'She hangs brightly' (1990), completando así una estupenda trilogía de psicodelia oscura y sosegada, con un pie en el country, otro en el folk y la cabeza en el blues.

viernes, 17 de febrero de 2012

Canción de viernes: Going Underground (The Jam)


Cuando en 1980 The Jam editaron el single 'Going underground', con 'The Dreams of the children' en la cara B, ya eran un grupo célebre en la escena musical británica. Con cuatro discos a sus espaldas, el trío liderado por ese Ray Davies airado que era Paul Weller ya había publicado un buen puñado de exitosos singles que se habían colado en las listas de éxitos. El primero fue 'In the city' y a él le siguieron otros como 'All around the world', 'Down in the tube station at mighnight', 'Strange town' o 'Etton rifles'. Fueron, sin embargo, la melodía saltarina y el irresistible ritmo de 'Going underground' los responsables del primer número uno de The Jam en las listas británicas, algo que repetirían más tarde con 'Start!', 'Town called malice' y 'Beat surrender', su último single antes de que en 1982 decidieran aplicar una digna eutanasia al grupo, evitando así la lenta agonía de otros tantos.

jueves, 16 de febrero de 2012

El triple de Solozábal

Barcelona 81 - Real Madrid 83. Ese es el tanteo que señala el marcador del pabellón de Valladolid a falta de 12 segundos para el final. El balón está en las manos de Epi, que debe sacar de banda desde mitad de la cancha. La bola llega a las manos de Nacho Solozábal (doce segundos), que atraviesa botando la línea del centro de la cancha, ante la atenta vigilancia de Jou Llorente. Solozábal pasa a Jiménez (nueve segundos), que se encuentra, de espaldas a la canasta, a la altura de la línea de 6,25. El alero barcelonista se gira, enfrenta el aro sin llegar a amenazar con el tiro y pasa la pelota a Chicho Sibilio (seis segundos), que intenta infructuosamente encontrar posición de lanzamiento con Fernando Martín y Wendell Alexis pegados a su cuerpo como dos ventosas. Sibilio se deshace del ferreo marcaje, bota dos veces (cinco segundos), ve a Solozábal (cuatro segundos) a su derecha libre de marca y le envía el balón. El base del Barça recibe (tres segundos) y se levanta desde la línea de tres puntos (dos segundos) mientras Llorente llega una décima de segundo tarde para entorpecer el lanzamiento. El balón vuela (un segundo)...

miércoles, 15 de febrero de 2012

Katia y Sergei: amor y muerte en la pista de hielo

Como cualquier otro ámbito laboral, el deporte es un terreno apto para que surja el amor en cualquier momento. Horas y horas de entrenamientos, largos días de concentraciones, meses y años coincidiendo en cualquier rincón del mundo… No es extraño que, cuando uno menos se lo espera, Cupido haga acto de aparición sobre los tacos de salida del tartán, a caballo entre las barras paralelas, botando al otro lado de la red o deslizándose sobre cuchillas en el gélido hielo.
Katia y Sergei
Ekaterina Gordeeva nació en Moscú, capital de la entonces Unión Soviética, en mayo de 1971. Su padre era operador de teletipos del Ejército y su madre, bailarina. Con apenas cuatro años empezó a practicar patinaje sobre hielo. Al no encontrar en Moscú patines para sus diminutos pies, la pequeña Ekaterina se veía obligada a utilizar varios calcetines de relleno para llevar a cabo su afición. Fue así como empezó a desarrollar su pasión por el patinaje, el primer gran amor de su vida.
A la vista de su talento, a los 10 años fue reclutada por las autoridades deportivas del país. El método selectivo del deporte soviético era una maquinaria bien engrasada. Seleccionaban a los deportistas más cualificados desde niños, los entrenaban y los encaminaban hacia la disciplina más adecuada a sus características. Los preparadores, a la vista de la endeblez de Gordeeva para el ejercicio individual, emparejaron a la joven con Sergei Grinkov, un prometedor patinador de 14 años. Partidarios de volar libres, ninguno de los dos atletas estaba, en principio, muy convencido de la unión, pero aquella decisión supuso el principio de una feliz y fructífera relación.

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