viernes, 31 de diciembre de 2010

Canción de viernes: Mi gran noche

A fuerza de meternos el dichoso tamborilero año tras año en Nochebuena ya tenemos tan identificado a Raphael con esa noche como al Rey y su discurso, pero en belfast boy pensamos que no es ése el habitat natural del genio de Linares. El sitio de Raphael no está en la almibarada candidez de la Nochebuena sino en la canalla orgía etílica de la Nochevieja. Y aquí es donde entra 'Mi gran noche', la canción de Adamo que Raphael elevó a los altares de la música popular. Llámalo guilty pleasure si quieres. Puro pop disfrutable y bailable, en cualquier caso. Si en tu fiesta de esta noche, a una hora indeterminada perdida en la bruma etílica, no suena Raphael cantando "qué pasará, qué misterio habrá, puede ser mi gran noche..." tienes que saber que estás en la fiesta equivocada. Así que ya sabes: yalalala lalalalalala lalalalalalala...

jueves, 30 de diciembre de 2010

El Torneo de Navidad

Un gigantón rubio colgándose del aro y destrozando así el tablero que saltaba desprendido hecho añicos en todas direcciones. Ese es el primer recuerdo que guardo de un partido de baloncesto, aunque seguramente no fue el primero que vi. La jugada en cuestión se produjo, en diciembre de 1984, en un encuentro que disputaban el Real Madrid y la selección de la Unión Soviética correspondiente al Torneo de Navidad del Real Madrid, y el bárbaro gigante soviético era un joven y talentoso baloncestista que respondía -responde aún- al nombre de Arvydas Sabonis. Aunque aún quedaban algunos minutos de juego, el partido se dio por finalizado tras la rotura del tablero con victoria de la selección del este. Después de presenciar aquello, mi excitable y fantasiosa mente infantil soñaba una y otra vez con recrear esa escena en primera persona. Algún día, estaba decidido, yo emularía en color lo visto aquella fría noche de invierno en blanco y negro a través de la VHF y rompería un tablero después de un mate espectacular.

sábado, 18 de diciembre de 2010

En la vida hay amores que nunca pueden olvidarse

Las razones por las que uno se hace de un equipo de fútbol y no de otro son a menudo insondables. Normalmente remiten a una época de nuestra infancia de la que apenas tenemos vagos recuerdos borrosos. Cuando vives en una ciudad con sólo un equipo en primera división es más fácil, pero si tu ciudad no tiene ningún equipo (o tiene varios) la cosa se complica. A veces realizamos la elección por una cuestión hereditaria (influencia de padres, tíos o hermanos mayores), otras por quedar prendados de pequeños de la forma de jugar de un equipo o un jugador determinado o simplemente del equipo ganador del momento. Imagino que también influyen incluso razones estéticas, como el color de la camiseta, o más extrañás aún. Quién sabe.

En cualquier caso, sean cuales sean los motivos, ser de un equipo es algo para toda la vida. Aunque no se firma ningún contrato, uno se mantiene fiel al club de sus amores en la salud y en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza, hasta que la muerte los separa. Esto no significa ser un forofo obcecado sin capacidad alguna de análisis. En el contrato tácito entra ser crítico con institución, entrenador y jugadores cuando la ocasión lo requiere. También el respeto y hasta la admiración por la labor de los rivales. Por encima incluso del amor a unos colores está el amor al fútbol

martes, 14 de diciembre de 2010

El amigo de los rockeros

Es extraño lo que sentimos al enterarnos de la muerte de un artista por el que sentimos una honda admiración. Sin conocerlo de nada, es complicado evitar la sensación de que se va alguien relativamente cercano. No es normal que sintamos más la muerte de alguien a quien no conocemos de nada, al que si acaso habremos visto unas cuantas veces en un escenario o, a lo sumo, cruzado por la calle de manera casual, que la del vecino al que damos cada día los buenos días. Pero, si nos paramos a pensarlo, tampoco resulta tan extraordinario. Ese artista nos ha acompañado durante muchas más horas -en la soledad de nuestra habitación, en esa reunión de amigos en la que emocionado les muestras tu nuevo descubrimiento sonoro, en el coche amenizando un aburrido viaje, en un pub con una copa en la mano a las tres de la mañana- que ese vecino del que apenas conocemos su nombre. Algo así me sucedió con las muertes de Antonio Vega o Carlos Berlanga y, sobre todo, de mi admiradísimo Sergio Algora. Vuelve a invadirme una sensación similar ahora, cuando tengo noticia del fallecimiento del maestro Enrique Morente.

Foto: flykr

viernes, 3 de diciembre de 2010

La vida es un top 5: Mario Pacheco

Se le conoce fundamentalmente por ser el autor de la famosa foto de Camarón que aparece en la portada del legendario 'La leyenda del tiempo' y como impulsor de ese nuevo y estimulante nuevo flamenco que asomaba la cabeza en los años 80 con Pata Negra y Ketama como punta de lanza. Sin embargo, Mario Pacheco fue mucho más que eso. Desde su sello discográfico, Nuevos Medios, no se limitó a dar voz a las nuevas voces del flamenco más inquieto, ese que englobaba a Enrique Morente, Pepe Habichuela, Martirio, Ray Heredia, Tino Di Geraldo y Miguel Poveda, entre otros. También editó discos del pop nacional más elegante y literario (Golpes Bajos, La Mode, Vainica Doble), jazz más o menos ortodoxo (desde Tete Montoliu a Jorge Pardo) o a los inclasificables Claustrofobia. Se encargó además la distribución de discográficas foráneas como las famosas Hannibal y Factory, convirtiéndose así en el responsable de que estuvieran disponibles en España los discos de New Order, Durruti Column o The Smiths.

Mario Pacheco falleció el pasado 26 de noviembre y este blog le rinde homenaje de la mejor manera que sabe: con un top 5. Estos son nuestros discos favoritos del catálogo de Nuevos Medios.